La familia NO está de acuerdo...
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Voluntad popular violentada
Emiliano Sesma - Póngale Fecha
2025/04/30 - 10:32
Emiliano Sesma. -El reciente asesinato de Germán Anuar Valencia Delgado, candidato a la alcaldía de Coxquihui, Veracruz, el pasado 29 de abril de 2025, es un trágico recordatorio de la fragilidad de nuestra democracia. Este acto de violencia, perpetrado en el inicio de su campaña electoral, no solo segó la vida de un aspirante político, sino que también envió un mensaje intimidatorio a quienes buscan participar en los procesos democráticos de los 212 municipios de Veracruz. La escalada de violencia política en el estado, particularmente en regiones como el Totonacapan, pone en riesgo el derecho fundamental de los ciudadanos a elegir libremente a sus representantes y perpetúa un clima de miedo que socava los cimientos de nuestra democracia.
La democracia no puede florecer en un entorno donde la violencia es una herramienta de control político. Veracruz, con su compleja geografía política y social, ha sido escenario de numerosos casos de agresiones contra candidatos, exalcaldes y líderes comunitarios. Desde el asesinato de Fernando Pérez Vega en 2023 hasta los ataques contra familiares de candidatos en Coxquihui en años anteriores, la región refleja una lucha de poder donde el crimen organizado y las pugnas políticas se entrelazan. Estos actos no son incidentes aislados; son síntomas de un problema estructural que afecta la gobernabilidad y la participación ciudadana.
Cada ataque contra un candidato o funcionario erosiona la confianza en las instituciones democráticas. Los ciudadanos, al presenciar la impunidad y la falta de seguridad, pueden sentirse desincentivados a votar o a involucrarse en la vida política. En un estado con 212 municipios, muchos de ellos rurales y con alta presencia de grupos delictivos, garantizar la seguridad durante los procesos electorales no es solo una necesidad logística, sino un imperativo ético para preservar el derecho al sufragio y la libre competencia política.
El asesinato de Germán Valencia ocurrió en un contexto donde la violencia electoral en México ha alcanzado niveles alarmantes. Según reportes, en los últimos años, decenas de candidatos y políticos han sido asesinados en el país, con Veracruz figurando entre los estados más afectados. Esta situación exige una respuesta contundente por parte de las autoridades federales y estatales.
La violencia electoral no solo afecta a los candidatos y sus familias; tiene un impacto devastador en la democracia mexicana en su conjunto. Cuando los procesos electorales están marcados por el miedo, la participación ciudadana disminuye, los partidos políticos pueden ser cooptados por intereses criminales, y la calidad de la representación se deteriora. En Veracruz, un estado con una rica diversidad cultural y una historia de lucha social, permitir que la violencia dicte el rumbo de las elecciones es traicionar los ideales de justicia y libertad que han impulsado a sus habitantes.
Además, la violencia política perpetúa la desigualdad en la representación. Los candidatos que no cuentan con recursos para financiar su seguridad personal quedan en desventaja, lo que favorece a aquellos con mayores medios o nexos con grupos de poder. Esto distorsiona la competencia democrática y aleja a las comunidades de una representación genuina.
El asesinato de Germán Anuar Valencia Delgado debe ser un punto de inflexión. Las autoridades, los partidos políticos, la sociedad civil y los medios de comunicación tenemos la responsabilidad de exigir y contribuir a un entorno electoral seguro. No basta con condenar los hechos; es necesario actuar con urgencia para proteger a los candidatos, garantizar la participación ciudadana y castigar a los responsables de estos crímenes.
Veracruz merece elecciones libres de violencia, donde las ideas, los proyectos y las propuestas sean las únicas armas en la contienda. Por lo que la invitación al lector es para que le ponga fecha a que democracia no es un lujo, sino un derecho que debemos defender con determinación. Por la memoria de quienes han perdido la vida en el ejercicio político y por el futuro de nuestras comunidades, hagamos de la seguridad electoral una prioridad innegociable. Solo así podremos construir un México donde la democracia sea verdaderamente el reflejo de la voluntad popular.
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