¿Quién es la tapada ?...
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La tapada
Emiliano Sesma - Póngale Fecha
2025/03/27 - 09:23
Emiliano Sesma. -En la política, pocas figuras evocan tanto el pasado como el "tapado". Ese candidato oculto, guardado en la manga de los poderosos hasta el momento justo, es un símbolo de los tiempos en que el control y la sorpresa definían las sucesiones. Nacido en las entrañas del México priista, el "tapado" era el elegido del presidente o de la cúpula, revelado tras un ritual de especulaciones y rumores que mantenía a todos en vilo. Hoy, en un mundo de elecciones abiertas y redes sociales, cabe preguntarse: ¿sigue teniendo lugar esta práctica o es solo un eco nostálgico de una era menos transparente?
La esencia del "tapado" radica en el poder de la incertidumbre. Mantener en secreto al candidato permitía a los líderes manejar las ambiciones internas, evitar fracturas y proyectar una imagen de cohesión. Era una jugada maestra en un sistema donde el "dedazo" reinaba y la democracia era más una promesa que una realidad. Sin embargo, en el contexto actual, donde los ciudadanos exigen claridad y los partidos enfrentan procesos internos más regulados, el "tapado" parece desentonar. Y aun así, no ha desaparecido del todo: sigue apareciendo en estrategias que buscan sorprender o descolocar a la oposición interna y/o externa.
Pensemos en las contiendas locales o nacionales donde los partidos retrasan la definición de sus candidatos. ¿No es acaso una versión moderna del "tapado"? En lugar de un líder omnipotente señalando al elegido, ahora son las encuestas internas o las negociaciones a puerta cerrada las que guardan el nombre hasta el último instante. Esta táctica puede ser efectiva: genera expectativa, desgasta a los rivales y permite ajustar la selección al pulso del momento. Pero también tiene un costo: la opacidad alimenta la desconfianza y aleja a una ciudadanía que ya no tolera tan fácilmente los juegos de poder.
El "tapado" nos confronta con una paradoja. Por un lado, es una reliquia de un sistema autoritario que choca con los ideales democráticos; por otro, su persistencia demuestra que la política sigue siendo un arte de cálculo y sorpresa. En países como México, donde la transición democrática aún enfrenta resistencias, esta figura se adapta: ya no es el dedazo descarado, sino una maniobra disfrazada de estrategia electoral. Sin embargo, su éxito depende de un electorado dispuesto a aceptar las reglas del juego, algo que, en tiempos de mayor exigencia ciudadana, parece cada vez menos probable.
Al final, el "tapado" es un espejo de cómo entendemos el poder. Mientras sigamos viendo la política como un tablero de ajedrez, donde las piezas se mueven en secreto, esta figura encontrará formas de sobrevivir. Pero si aspiramos a una democracia plena, donde las decisiones sean abiertas y las voces de todos cuenten, el "tapado" debería quedar como lo que es: una curiosidad histórica, un recordatorio de lo que fuimos y de lo que ya no queremos ser. Por lo que, la invitación al lector es para que le ponga fecha a la práctica del tapado que aún sobrevive en la actualidad, ¿quién será la tapada?
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