Vienen los informes ,¿de qué? ...
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Una suculenta ensalada
Román Armenta - Derechos Reservados
2023/03/28 - 18:26
¿Tiene caso escribir lo que el alma siente? ¿ Tiene caso transmitir en una columna lo que opinas sin saber si alguien realmente te está leyendo?, ¿sabes si la calidad de tus escritos es considerada, si no buena, al menos aceptable? Todas estas preguntas y más me hago cada vez que comienzo una columna, de hecho muchas columnas mueren en el olvido de las hojas digitales borradas una vez que fueron terminadas por que no satisfacen la respuesta a alguna de estas preguntas, por qué cada día la exigencia es más y no sabemos si el camino es el correcto o si la crítica y la línea es la correcta.
!Por supuesto que podríamos hablar de política! y con un tono jocoso y sabroso, pero por una promesa no lo hago y realmente siempre es peligroso tomar partido de un lado o de otro por que a nadie le gusta que le digan sus verdades, y con cualquiera que se sienta sansón, nunca hay que meterse a las patadas, por que si bien no tienen el pelo largo, si tienen el dinero para comprarse una peluca y como columnista sepanlo, no se nos paga, lo hacemos por amor al arte y si saben de alguien al que le pagan, pues debe ser buenisimo escribiendo y debería dedicarse a la novela o en su caso es una personalidad de mucha alcurnia por que nosotros los de siempre, pues no mas no conocemos el pago por obra.
Por eso seguimos en esta linea que me encanta, sigamos platicando de los ayeres, los presentes y los futuros, hoy quiero contarles una anécdota, no es mía es de un amigo del estado de Guerrero. Cuando era pequeño, creció en una ranchería, de esas donde la gente acostumbra sacar a pastar sus chivos en la montaña, él junto con los demás chamacos del pueblo eran los encargados de cuidar las chivas
mientras pastaban, y estaba estrictamente prohibido meterse a nadar al río no fueran a ahogarse o sufrir un accidente, y pues claro en aquellos días, como dice la Biblia, no estaban bajo la constante supervisión de un adulto, salían solos de casa con semejante advertencia pero una vez que llegaban a la zona de pastoreo a la orilla del río, se quitaban la ropa y ! al agua!. En esos tiempos estaba de moda la película de tarzán, para simular al personaje los niños se ponían unas hojas en la cintura y gritaban colgados de las lianas de un árbol para caer de chapuzón en la poza, y uno tras otro al grito de !aaaahhh! !aaahhh! !ahhhhh!, se olvidaban por completo de las chivas.
Resulta que en una de esas tantas desobediencias, después de un largo rato de diversión, salen del río y se ponen a buscar su ropa por todos lados !y no encontraron nada!, descubrieron después de un rato que las hambrientas chivas se devoraron pantalones, camisas, calcetines y demás enseres que dejaron a la orilla dejando solo retazos y una vez terminada la suculenta ensalada las chivas se dispersaron perdiéndose en el monte de la montaña, dejando a la chiquillería en calzones y disfrazados de tarzán. Pasaron horas para encontrar las chivas, tantas que los tarzanes llegaron ya bien entrada la noche al pueblo cuando los adultos se disponían a buscarlos, y ¿pues que creen? recibieron su buena tunda.
y cuénteme, ¿qué aventuras vivieron ustedes?, pueden contactarme en romanarmentapi@gmail.com
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