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Veracruz: La Espiral de Violencia y Tragedia
Eleaney Sesma - Diacrónico
2024/01/31 - 09:50
El Estado de Veracruz se tiñe nuevamente de luto con el reciente asesinato de José Alejandro Naredo García, un hombre de 55 años, líder del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Cuitláhuac, músico y taxista de oficio. Este trágico suceso, ocurrido en plena calle 6 avenida 4 y 6 de la colonia Oaxaca de Yanga, ha expuesto de manera cruda la ineficacia de las autoridades para brindar seguridad a los ciudadanos.
La información que ha trascendido revela un escenario desolador: el pasado sábado, Naredo caminaba tranquilamente cuando fue interceptado por individuos armados que le dispararon a quemarropa en repetidas ocasiones. La cantidad de impactos de bala resultó fatal, y lamentablemente, ninguna autoridad llegó a tiempo para detener a los responsables en pleno período electoral.
Es innegable que Veracruz atraviesa una crisis de seguridad, y las lamentaciones de figuras políticas y religiosas que se hicieron de manera inmediata, por este hecho, reflejan la impotencia ante la creciente ola de violencia. La población veracruzana no merece vivir bajo el manto de la inseguridad, las autoridades deben tomar medidas efectivas para garantizar la seguridad de los ciudadanos y erradicar la impunidad que permite que estos hechos atroces sigan ocurriendo.
Sin embargo, el domingo por la mañana en el municipio de Tuxpan amanecimos con una imagen desgarradora que pinta la terrible brutalidad de la inseguridad. La reciente aparición de cuerpos y una narcomanta atribuida al Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) en contra de migrantes, deja en evidencia la alarmante realidad que enfrentan los veracruzanos, una espiral de violencia que parece no tener fin.
La Fiscalía General del Estado (FGE) anunció la apertura de una investigación tras el hallazgo de quince cadáveres en dos vehículos detenidos sobre un puente en Tuxpan. La grotesca escena, además, se ve agravada por los mensajes intimidantes dejados por los perpetradores, instando a los migrantes a "quedarse en su lugar de origen". Una clara muestra de la deshumanización que acompaña a la violencia desenfrenada.
Las autoridades locales, aunque se encuentran inmersas en la investigación, no han emitido una postura oficial respecto a las versiones extraoficiales que sugieren el posible origen centroamericano de las víctimas. Esta falta de claridad solo profundiza la angustia y el desconcierto entre la población, que enfrenta una realidad donde la barbarie se mezcla con la incertidumbre.
El mensaje contenido en las lonas, dirigido a figuras específicas como Gavilán, Delta 01, y Fresa, revela la trágica cotidianidad de la rivalidad entre cárteles que ha convertido a la región en un escenario de ajustes de cuentas y venganzas. Mientras se habla de posibles ajustes de cuentas entre grupos delictivos, la sociedad veracruzana continúa siendo víctima de la descomposición social que se vive a diario.
Resulta esencial destacar que, tras este siniestro episodio, el mensaje que dejaron señala una supuesta conexión con el Grupo Sombra, liderado por El Mirinda, quien mantiene una disputa con el CJNG y remanentes de Los Zetas en la zona. La lucha territorial entre estos grupos criminales ha convertido a Veracruz en un campo de batalla, con la población civil atrapada en medio de una guerra que no eligió.
La situación exige una respuesta urgente y eficaz por parte de las autoridades, no sólo en la investigación y persecución de los responsables, sino también en la implementación de estrategias a largo plazo para abordar las causas fundamentales de la violencia. La falta de seguridad y la pérdida de vidas humanas no pueden ser el pan diario de Veracruz. La sociedad merece vivir libre del miedo, la incertidumbre y la tragedia que acechan sus calles. La inseguridad en Veracruz clama por una acción decidida y un compromiso real con la paz y la justicia.
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