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Política, la hoguera de las vanidades.
Eleaney Sesma* - Viernes Verde
2022/08/26 - 12:08
Dicen por ahí, que la política es el arte de crear problemas y coincido muchas veces con ello, aunque su esencia debería ser todo lo contrario.
La política, como terminó unitario, es aquel diálogo que utilizamos para resolver los problemas, desde la más pequeña diferencia en la familia que se discute en la sobremesa, hasta los más grandes conflictos bélicos globales que son finalizados con la firma de algún tratado previo jornadas interminables de negociación.
El problema no es el término y su significado, ni de la política como ciencia, sino el contexto al que se refiere cuando hablamos de ello, es decir, a los que se dedican al oficio "político" y su entorno, el cual por su culpa se encuentra completamente degradado.
Hay dos factores que influyen para que esto así suceda: la vanidad y el ego.
La vanidad y el ego son dos sentimientos generalmente vinculados, que pueden aparecer en cualquier individuo, pero que políticamente hablando se multiplican, ocasionando que esta ciencia sea, a contrario sensu, completamente complicada.
No me avisó, no me invitó, no me dijo, no me mencionó, no me miró, no me saludó e incluso hoy en día, no me respondió o no me etiquetó, basta cualquiera de estos pensamientos en alguna persona, para que estés estrenando enemigo político, el cual habrá, por vanidad y ego a partir de ese momento, de bloquear y atacar toda tu actividad mientras pueda, eso sí, todo desde la cobardía del anonimato, porque de frente seguirá siendo tu gran amigo.
Y es que, es a lo largo de la historia el camino por el cual se ha ido deformando todo esto, al grado en qué hoy la comunicación política sea como un lenguaje alterno, en el cual se tiene que estar muy atento para ir entendiendo las señales que se mandan e incluso adaptarse a la forma de expresarse que cada "político" tiene, cuando lo fácil y lógico sería que la comunicación fluyera de frente y sin tapujos.
La lucha de egos que ocasiona querer ser el primero, el más cercano, el más mencionado, el más visto, el que concentra más poder, tener el puesto, ser el elegido, el designado, el único, hace que las personas deformen su visión y comportamiento, olvidando que todo esto es temporal y efímero y que como consecuencia del propio tiempo, todo ese aparador mediático un día se apagará pasando al olvido, dejando como legado en lugar de trascender de verdad, ser uno más con los mismos patrones de la mayoría, siendo la ignominia su más grande castigo.
Que diferente sería la política sin la vanidad y el ego, sin la intención de acaparar, queriendo ser el resplandor único a costa de apagar el brillo de los demás.
Podríamos transitar en paz, sin riesgos, con mucho menos conflictos y con mejores resultados, sin la angustia de que por un descuido o una acción o reacción sin malicia, alguien más lo tome como una afrenta personal.
Mientras tanto, tenemos que lidiar día a día con esto, viendo con humor y asombro como tu alrededor se transforma y se deforma generando un propio multiverso, pero como diría Honoré de Balzac, "Hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir", y tratar de sobrevivir en la hoguera de las vanidades.
*Dirigente Estatal del Partido Verde Ecologista de México en Veracruz.
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