2022/07/22 - 11:41

Desde hace algunos años, en mi trayecto constante de Misantla a Xalapa, empecé a observar algo que me fue llamando cada vez más la atención, y era que veía como algunos cerros que se encontraban al lado de la carretera iban poco a poco desapareciendo.

Me puse a investigar al respecto y lo primero que encontré fue el nombre con el que se le llama a esta práctica: Minería a cielo abierto.

Gracias a esta investigación me di cuenta que es un problema mucho más común de lo que parece, pero del que no se habla mucho y que incluso la afectación ambiental que provoca en su entorno puede ser igual o más grave que otros problemas ecológicos mayormente polémicos.

Se le llama así, porque busca la obtención de los recursos minerales en la superficie del terreno y no de forma subterránea, y para lograr esto, se remueven grandes cantidades de suelo y subsuelo que después son procesadas mediante la aplicación de sustancias para la extracción de los minerales, cómo pasa con el cianuro de sodio para obtener oro, ácido sulfúrico para obtener cobre y uranio, por ejemplo.

Esta práctica ocasiona que se contamine el suelo, el aire y el agua del lugar en donde se da la explotación, lo que genera enfermedades no solo en los humanos, sino también en los animales, y contaminación severa en los productos comestibles extraídos de la tierra, generando una cadena de afectación al entorno que lleva incluso a la modificación del clima por la tala, ya que los cerros tienen la función natural de generar humedad, agua e incluso la contención de vientos, además de la muerte de especies animales debido a la desaparición de sus ecosistemas.

En México la minería a cielo abierto está regulada actualmente por la Ley Minera y está clasificada cómo de utilidad pública preferente para la nación, cuando en la realidad es de interés privado, ya que su explotación se da

sobre todo por empresas transnacionales que generan muy pocos beneficios económicos a las comunidades donde se realiza y sí graves daños sociales y ambientales.

Hoy, 22 de julio, se conmemora el Día Mundial contra la Minería a Cielo Abierto, precisamente para concientizar a la población y a las naciones del mundo acerca de los efectos nocivos de esta actividad tanto en el medio ambiente, el ecosistema y la salud de las personas, y con orgullo les comento que fueron activistas mexicanos junto con activistas canadienses quienes promovieron está iniciativa, en torno a su lucha contra la destrucción del Valle de San Luis Potosí y en contra de la destrucción del emblemático Cerro de San Pedro que ahí se encuentra.

Aunque faltan muchas cosas por hacer, cómo adecuar la legislación a las problemáticas ambientales actuales e imponer sanciones más severas a quienes violen la ley al respecto, en el marco de esta importante lucha ecologista les comparto la buena noticia de que el Gobierno de México recientemente ha declarado que no otorgará nuevos permisos para la exploración de minería a cielo abierto en el país.

Mientras tanto lo importante será que más personas conozcan está grave problemática, por ello es de destacar a asociaciones civiles e instituciones académicas que año con año se suman a esta importante lucha a través de un ejercicio colectivo llamado “Así se ve la minería en México”, que busca reunir fotografías y videos para crear un mosaico visual sobre los impactos ambientales y sociales de la minería a cielo abierto en nuestro país, y es ahí en donde tomamos parte, para tratar de concientizar a cada una de las personas que lean está entrega y de esta manera hacer que se vayan sumando a la causa por el bien de la vida no solo de nuestras comunidades sino de nuestro planeta.

“La acción más pequeña, es mejor que la intención más grande” Anónimo.