2022/08/19 - 15:08

Una persona vale lo que vale su palabra. Dice un dicho anónimo y tiene toda la razón. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la "palabra" significa "unidad lingüística, dotada generalmente de significado, que se separa de las demás mediante pausas potenciales en la pronunciación y blancos en la escritura".

Es decir, una palabra es una unidad, ya sea verbal o escrita, que expresa algo, esto en el término de su definición formal, pero... ¿Se han puesto a pensar en el poder que tienen las palabras? La palabra, para mí, es como un mantra, algo que cuando se expresa desprende además de un significado, una energía que libera la mente y que evoca vibraciones que a su vez atraen otras y que terminan concentrándose en quienes las dicen.

Hay palabras que irradian deseo, poder, inspiración, que expresan tanto que muchas veces terminan atrayendo toda esa energía positiva que significan, pero también las hay las que son negativas, las que insultan, las que ofenden y atraen malas vibraciones que muchas veces llaman energías negativas y que nos sucumben en estados no deseables.

Por eso es imperante que utilicemos las palabras adecuadas cuando deseamos algo, cuando queremos expresarnos de manera precisa, pero también, que sepamos utilizarlas en la vida cotidiana a modo que generemos además de simpatía, empatía.

Dice la Filosofía Tolteca según Miguel Ruiz, en su libro "Los cuatro acuerdos", en la parte "sé impecable con tus palabras", que "las palabras crean la atmósfera en qué vivimos, designan nuestro carácter y el de quienes nos rodean", y esto tiene mucha sabiduría, ya que vivimos rodeados de lo que expresamos y es ahí donde debemos darle un sentido esencial a lo que vamos exclamando por la vida.

Hay quienes con su palabra conquistan voluntades y comunidades enteras, quienes la utilizan como herramienta o como arma para dominar, tenemos el caso de grandes oradores que han cambiado, para bien o para mal, el sentido de la humanidad gracias a la palabra, cómo Jesucristo o Adolf Hitler, pero también tenemos caso contrario, a quienes abaratan la palabra dejándola sin valor al no cumplir lo que se acuerda, o peor aún, a quienes regalan las palabras que irradian mucha energía como "mi amor" o "mi vida", cuando se dicen a quienes no representan realmente ese sentimiento en un conjunto de personas, degradando su significado al grado de que cuando se expresan con verdadero sentimiento no signifiquen realmente nada, porque están devaluadas, abaratadas, desvirtuadas.

Es por esto que, cómo parafraseo en un inicio, las personas valen lo que vale su palabra, porque saber emplearlas es un arte que deriva en muchas ramas que, en lo personal, analizar me apasiona, y que además de esto, cumplirlas nos hace aparecer en el selecto y reducido grupo de las personas con palabra. Así que, si queremos trascender en los demás, debemos, además de cumplirlas, poner más atención a las palabras que utilizamos y aprender a emplearlas de manera precisa dándoles el valor y el sentido que el momento o contexto amerita y así dejar de desvirtuarlas, abaratarlas, prostituirlas.

De lo contrario, al enunciar un vocablo sin sentirlo, desvirtuándolo, EL PODER DE LA PALABRA se esfuma y la voz sólo es un sonido vacío.

*Dirigente Estatal del Partido Verde en Veracruz