2024/03/13 - 10:15

En esta edición número 4547, con fecha 13 de marzo de 2024, hablaremos de la importancia que tiene el acuerdo de la Paz que las candidatas y el candidato a la presidencia de la república hicieron con el Episcopado Católico el día 12 de los corrientes.

En estos tiempos de inseguridad, de incertidumbre y de la dolorosa guerra que la sociedad civil vive en las calles de sus ciudades, es necesario que se haga una reflexión profunda, de lo que nuestras familias necesitan para vivir en paz, en un país que cada vez está más desarticulado por la delincuencia organizada.

La reciente visita de las candidatas y el candidato a la presidencia de la República a la sede de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) ha arrojado luz sobre la alarmante problemática de inseguridad que aqueja al Estado Mexicano. Este encuentro reveló, una vez más, la intervención activa de la Iglesia Católica en los esfuerzos de pacificación de un país sumido en una guerra intestina entre bandas del crimen organizado. De manera desafortunada, resalta la vulnerabilidad del estado, considerado ya por algunos como un "estado fallido", al haber dejado de cumplir con su objetivo primordial: garantizar la seguridad de sus ciudadanos.

La participación de la Iglesia Católica, basada en una construcción filosófica, humanista y teológica, ha sido reconocida y agradecida. Su llamado a una urgente construcción de la paz, respaldado por un acuerdo que sirva como base para un plan nacional de pacificación, destaca la necesidad imperante de abordar esta crisis.

Los esfuerzos de los altos jerarcas de la Iglesia reflejan las preocupaciones de los candidatos por establecer mecanismos que conduzcan a la tan anhelada tranquilidad social. La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha advertido repetidamente sobre los riesgos asociados con la ausencia del estado de derecho y la construcción de una supuesta "pax narca" con la delincuencia organizada, superficial o buscar verdaderamente una paz sostenible y real.

La firma del acuerdo por parte de los tres candidatos el pasado lunes es un paso significativo hacia la pacificación, la lucha contra la impunidad y la búsqueda de justicia y dignidad para las víctimas de diversos crímenes. Este compromiso es el anhelo de millones en México y representa el objetivo central del Diálogo Nacional por la Paz, programado para celebrarse del 21 al 23 de septiembre en la Universidad Iberoamericana Puebla, según lo anunciado por la CEM.

Este diálogo surge como respuesta a los trágicos asesinatos de los sacerdotes jesuitas Javier y Joaquín en Cerocahui, Chihuahua, convirtiéndose en un llamado a la acción a raíz de la resiliencia de miles de víctimas más.

Las posturas de los candidatos en relación con la visión propuesta por la Iglesia varían, como era de esperarse. Sin embargo, el primer paso por la construcción de esta paz tan necesaria se ha dado ya. Ahora habrá que esperar, que tan dispuestos están los delincuentes a replegar sus fuerzas, y a dejar de atentar contra la población civil, y la sociedad que tanto está dispuesta a hacer una revolución silenciosa, “disparando el dos de junio” en las urnas, por la paz, por desparecer los discursos de odio, la polarización, las venganzas estériles y restablecer la empatía entre hermanos mexicanos.