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Alcaldes benevolentes
Salvador Muñoz - Los Políticos
2025/06/11 - 09:44
Cuenta la leyenda –porque en Veracruz las buenas acciones de los políticos ya son materia mitológica– que el salario de Ricardo Ahued como presidente municipal de Xalapa sencillamente no le alcanzaba para nada… ¡Por favor! Don Ricardo no es de esos que se compran un Rolex con presupuesto público. No. No es un despilfarrador ni derrochador de altos vuelos. Él daba instrucciones a la Unidad Administrativa para que su sueldo de 75 mil pesos mensuales no pasara por sus manos, como si el dinero le diera comezón, y se ocupara directamente en atender peticiones ciudadanas. Antes de que la quincena se secara en la cuenta bancaria, ya estaba repartida entre medicamentos, servicios funerarios y alguna que otra necesidad escolar. Cuando el sueldo ya no daba ni para una aspirina genérica, Ahued sacaba la cartera y de su propio peculio, se ponía bello.
Y sí, Ricardo podrá tener defectos como político –como todo hijo de vecino con curul o escritorio en Palacio–, pero como persona, hay que admitirlo, está más blindado que una patrulla nueva de la Guardia Nacional.
Otro caso digno de telenovela de las ocho es el de Juan Manuel Diez Francos, el eterno presidente municipal de Orizaba. En esta su tercera vuelta por el Ayuntamiento (2022–2025), y según el portal de transparencia (que tiene la frecuencia de actualización de una tortuga dormida), su salario ronda los 65 mil pesos brutos. Pero aquí viene el giro de guión: en sus dos primeros periodos (2007–2010 y 2014–2017), Diez Francos, al más puro estilo de Santa Claus pluviosillense, donó íntegramente su sueldo. El CRIO y otras organizaciones sociales fueron los beneficiarios. El cabildo, claro, dio su bendición, no fuera a pensar uno que todo fue por inspiración divina.
Ahora, en esta tercera temporada de “Juan Manuel Décimo”, no hay confesión clara de que el cheque siga siendo desviado al bien común. Pero hace poco, en un acto más heroico que electoral, se aventó una donación de 500 mil pesos del Ayuntamiento y 75 mil de su propio bolsillo. O sea, que aunque no lo diga, lo sigue haciendo. Si no lo hace, pues finge muy bien… y eso también se agradece en estos tiempos de políticos con el alma tan seca como sus discursos.
Dicen que Orizaba lo quiere tanto, que si mañana dijera que va por la gubernatura, le piden que mejor no, que se quede allí, como el Santo Patrono de la Transparencia Voluntaria.
Y hablando de familias políticas, viene al caso un cuento de Cosoleacaque –porque lo de Leyenda ya lo usamos arriba– donde los hermanos Vázquez Parissi han hecho del municipio su casa chica, grande y de descanso. Ya sea Pony o Cirilo, parece que los ciudadanos los ven con cariño, o resignación, que a veces se confunde uno. ¿Donan su sueldo? Nadie lo sabe. No hay boletines, ni portales, ni placas conmemorativas que lo digan. Pero si uno llega a tocar la puerta, y tiene suerte, le dan una mano pues aplican una política de cercanía y de apoyar a la gente, sobre todo a la más necesitada. La visitan, están ahí siempre. Hacen mucha obra pública . Ayudan a productores. Siempre andan atentos de todos los sectores de la población. No abandonan. Quizá no lo gritan porque allá en Cosoleacaque se da más el “ayudar calladito”, estilo “Robin Hood versión Istmo”, que el show mediático.
Y para rematar, como buen chisme de sobremesa electoral, está este episodio coatepecano: en un debate más tenso que un café sin azúcar, Bene Fernández, el candidato del PAN, le propuso a Nacho Luna, el de Morena, que quien ganara donara su salario completo a causas nobles. ¿Y qué respondió Nacho? Nada. Silencio total. Ni una ceja levantó. Como si le hubieran preguntado si pagó impuestos. Algunos dicen que no respondió por prudente, otros, por calculador… yo creo que simplemente hizo cuentas y el Excel no le cuadró.
Pero ojo, no hay que tomar a mal su mutismo. Lo que pasa es que, a diferencia de estos presidentes que hemos citado, Nacho parece que sí necesita el sueldo. ¿Será uno más de esos que llegan con hambre de servir… pero se comen hasta las servilletas? Ya veremos si resulta ser un vividor de la política o simplemente un aprendiz con apetito.
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