Naolinco: Donde la Vida y la Muerte Bailan al Ritmo del Recuerdo
Los naolinqueños instalan sus altares en calles y parques.
Naolinco de Victoria, Ver. | 2024/10/30 - 19:08
Emiliano Sesma. - Naolinco, un encantador pueblo mágico ubicado en el corazón de Veracruz, se encuentra rodeado de montañas y bosques que parecen susurrar secretos del pasado. Este lugar, famoso por su producción de artesanías de madera y su belleza natural, se transforma cada año al acercarse el Día de Muertos. En esta época, el pueblo se viste de colores vibrantes y aromas que evocan la memoria de los que han partido.
La celebración comienza con la llegada de octubre, cuando los habitantes empiezan a preparar sus ofrendas. Las casas se adornan con cempasúchil, una flor amarilla que simboliza la vida y la muerte. Los mercados se llenan de calaveras de azúcar y pan de muerto, cada uno elaborado con esmero, mientras los niños corren de un lado a otro, emocionados por la llegada de esta tradición.
El 1 y 2 de noviembre, Naolinco se convierte en un escenario viviente de costumbres y recuerdos. Desde temprano, los habitantes encienden velas y colocan fotografías de sus seres queridos en las ofrendas, acompañadas de sus platillos favoritos. Las calles se llenan de música, risas y el suave murmullo de las historias que se cuentan en voz baja, recordando a aquellos que han dejado una huella en sus corazones.
Las noches son especialmente mágicas. Las luces de las velas iluminan el camino hacia los panteones, donde familias enteras se reúnen para rendir homenaje a sus difuntos. El aroma del copal se mezcla con el de la tierra húmeda, creando un ambiente casi etéreo. Los habitantes decoran las tumbas con flores y ofrendas, mientras comparten anécdotas y recuerdos, convirtiendo la tristeza en celebración.
Los festejos no solo son un momento de recordar a los que se han ido, sino también de celebrar la vida. En el centro del pueblo, se organizan ferias y eventos culturales, donde se presentan danzas tradicionales y música veracruzana. Las calles se llenan de color y alegría, y los visitantes se sumergen en una experiencia que va más allá de lo visual, tocando el alma.
En Naolinco, el Día de Muertos no es solo una fecha en el calendario; es una profunda conexión con la historia y la cultura que une a las generaciones. Este pueblo mágico, con su calidez y su espíritu festivo, demuestra que la muerte es solo una parte del ciclo de la vida, y que, en cada celebración, hay un recuerdo, una sonrisa y un abrazo que trasciende el tiempo.
LO ULTIMO