Misantla, Ver. | 2025/01/22 - 11:48

Emiliano Sesma.- En un giro polémico en la nomenclatura geográfica, el estado de Florida ha comenzado a referirse al Golfo de México como ‘Golfo de América’, en cumplimiento de una orden ejecutiva emitida por el presidente Donald Trump en su primer día en el cargo. Esta decisión se produce en el contexto de una alerta meteorológica, donde el gobernador Ron DeSantis adoptó oficialmente el nuevo nombre, marcando así un cambio significativo en la forma en que se denominan estas aguas.

Trump, quien asumió la presidencia como el 47.º presidente de Estados Unidos, había manifestado su intención de cambiar el nombre del Golfo de México, lo que ha generado una serie de reacciones tanto dentro como fuera de las fronteras estadounidenses. A pesar de esta decisión, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha declarado que el Golfo de México seguirá siendo conocido con su nombre tradicional “para el mundo entero”, lo que establece un claro desacuerdo entre las dos naciones.

El cambio de nombre en Florida se produce en un momento en que el estado está enfrentando desafíos relacionados con el clima invernal. La orden ejecutiva emitida por DeSantis se relaciona con el sistema de gestión de emergencias, y ya en los informes de estos eventos se hace referencia al ‘Golfo de América’. Este movimiento ha sido visto por algunos como un intento de reforzar la identidad estadounidense en la región.

Uno de los comentarios más destacados sobre este cambio provino de Elon Musk, multimillonario y actual titular del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), quien, a través de su red social ‘X’, expresó que “‘Golfo de América’ suena muy bonito”. Su declaración ha generado reacciones diversas, evidenciando el carácter divisivo de la medida.

A medida que se implementa este cambio, se plantea una serie de preguntas sobre el impacto cultural y político que tendrá en las relaciones entre Estados Unidos y México. La decisión de Florida de adoptar el ‘Golfo de América’ podría ser vista como un acto simbólico de reafirmación nacional, pero también ha suscitado críticas y oposición en un contexto donde la geografía y la nomenclatura son temas de gran importancia cultural y política.